19 agosto, 2014

CAPÍTULO XXIX

El convoy se acercaba a las orillas del aeropuerto, recordaba haber estado ahí mirando desde el puente peatonal los aviones que despegaban, recordaba haber visto al Concorde y los famosos F14, esos que solo sacaban el día del desfile del 16 de Septiembre. Le gustaba ir ahí porque no eran los clásicos aviones de pasajeros, estaban más chidos y se tapaba las orejas junto con su carnalito cuando despegaban semejantes maquinones seguidos de un ruidero tremendo.

Ok, si estaban en esa parte del aeropuerto seguramente no irían en un avión convencional, uno de la fuerza aérea, un caza o un bombardero, lástima que la experiencia no iba a ser nada placentera, aun así le gustaban los aviones.

El convoy se detuvo a unos metros de la reja, Nazo estiró el cuello y alcanzo a ver por encima de las cabezas rapadas de sus custodios camionetas con torretas y platos en el techo, seguro eran de la “tele” y eran varias, ojalá hubiera una forma de llamar su atención; si estaban ahí podía ser por el o porque por ahí pasaba gente importante, espero haya un chancecito, por lo menos que me graben para que me vean en la tele.

Tal vez el Doc se dé color y por lo menos sepan donde ando…

….

Otro convoy de camionetas blancas se separaba en la glorieta de colón, en cada calle se incorporaban por lo menos 2 camionetas mientras la que lideraba el otrora convoy se dirigía hacia el aeropuerto, una vez que salían de la glorieta se iluminaba el techo de cada una de ellas acompañado de sonidos de sirenas obligando a los automovilistas a abrirles paso más por miedo que por educación.

Las órdenes en francés no eran muy claras para los pasajeros de la primera camioneta, incluyendo el ruido de la sirena y la velocidad que tomó el vehículo en segundos, Marlene, Santos, Chinicuil y Chueco miraban expectantes la serenidad que proyectaba Phillipe mientras ladraba órdenes en el radio, pareciera que lo tenía ensayado desde hace meses o hiciera esto cada mañana como ejercicio. Señores, señorita…(nomames). Cállate Chueco. Perdón Doctora. Repartiremos la carga en varios comandos, enviamos a nuestra gente a encontrar a Maruca y al Dr. Enrique, esperamos que sea tiempo aún para ambos…¿Y Nazo?. Vamos por el personalmente, pedimos apoyo de la Marina y de Interpol, esperamos que la “negociación” sea pacífica pero estén preparados para cualquier cosa; como son civiles sus instrucciones son quedarse en el auto y en caso de que se les indique obedezcan órdenes de inmediato, no podemos garantizar su seguridad en estas circunstancias y menos tratándose de quien ya sabemos, digamos que las condiciones no son las más favorables.

-Silencio-

No tengan miedo, enviamos comunicados a la prensa avisando que estaban por sacar a Nazo del país sin especificar por que lugar, esperamos que la pequeña campaña que hicieron anteriormente haya servido para generar la expectativa  suficiente para ganar un poco de tiempo. Inche Phillipe estas cabrón…Doctora, mesura. Perdón Doc pero no se le va una. Tomaré eso como un cumplido, aunque no estará completo hasta que podamos sacar a Nazo en una pieza.

….

¡Licenciado, la única voz que no quiero oír! Si llama por este pinche radio es porque algo se le atoró, ¿ahora que? Dr. Tenemos una valla de reporteros bloqueando la entrada del Hangar, ya mandé al jefe de comunicación para que nos abra un espacio sin generar polémica…Licenciado, simplemente páseles por encima, de verdad no se da cuenta de la importancia de esto, se lo explicaré una vez más, Nazo tiene que salir de aquí, me refiero a este país de mierda, en 2 minutos, bajo…perdón, sobre cualquier precio, llámese reportero, policia, funcionario, suchingadamadre… ¡cualquiera! –silencio- Si Dr. Estoy subiendo al helicóptero, llego en 5 minutos al asiento contiguo a Nazo. Si Dr. ¡Ah! Y no permita que lo vean, duérmalo o haga algo, piense licenciado piense. Si DR.

….

Solo les tomó 3 minutos; los comandos blancos bajaban aún con los autos en movimiento para encontrarse con los marinos. 15 hombres uniformados entraron en formación precisa mientras aseguraban pisos, puertas, personas; al final solo entraron 4 a la habitación donde después de asegurar -a balazos- al agente encargado del manicure 2 de ellos se acercaron a la diminuta y ensangrentada Maruca, casi inconsciente, con la cara menos hinchada gracias a los cortes que amablemente le había hecho su gendarme, además de 5 uñas arrancadas y un gran charco de sangre a su alrededor. La desataron con cuidado, la levantaron entre los dos y entre murmullos pudieron escuchar un leve -suéltenme putos, así serán buenos- además de un intento de patear sin éxito al manicurista agonizante a un costado del camino de salida. Solo escuchó un último disparo sordo antes de perder el conocimiento.

En otro punto un retén de marinos sostenía una acalorada discusión con los guarros de 2 camionetas negras que fueron interceptadas rumbo a Lomas de Chapultepec. Una figura regordeta era escoltada por comandos blancos hacia un jeep cerrado de la marina, mientras los guarros sacaban pistolas para encontrarse de cerca con los cañones de las armas “de uso exclusivo del ejercito” y un sonoro –no la hagan de pedo- de boca de un marino enconchado en una armadura hasta las uñas de los pies. El Jeep avanzo custodiado por una camioneta blanca mientras los demás escoltaban a sus cautivos guarros dentro de las otras camionetas para llevarlos a quién sabe donde.

Solo bastó un puñado de marinos y una camioneta blanca para levantar a Don Chelelo mientras los cuerpos de los 2 “halcones” eran apilados en la parte trasera de una ambulancia de la marina, al tiempo que los comandos blancos limpiaban la sangre de la banqueta y otro vehículo bloqueaba el acceso a la callejuela. Una sencilla operación rutinaria de exactamente 3 precisos minutos.

….

La camioneta avanzaba centímetros gracias a los reporteros, Nazo estiraba el cuello disimuladamente, tratando de no alterar a sus custodios y al mismo tiempo tratando que alguna cámara o reportero lo viera, no estaba seguro si serviría de algo pero a estas alturas cualquier intento era más que quedarse sentado.

A lo lejos entre flashes, cámaras, micrófonos y manos levantadas vio una fila de torretas arriba de camiones y jeeps con pintura de camuflaje, se recargó en el asiento por un momento, como si eso le ayudara a pensar y de reojo pudo ver del lado opuesta la misma escena pero en 2 filas con vehículos camuflados y blancos que se acercaban a alta velocidad y con torretas encendidas.


Creo que si vienen por mí –pensó- al tiempo que sentía una mano presionándole el brazo. Solo pudo ver una cara serena con la vista en la jeringa clavada en su antebrazo. Sensación de frío, mareo, vista nublada, sueño…exhalo…

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