
Desde muy temprano se escuchaba ese golpeteo característico cuando un "algo" choca una y otra vez contra la ventana, pero en este caso era amplificado y muy insistente. La intermitencia del ruido me hacia voltear cada 10 o 15 min buscando sin observar realmente de donde provenía el carraspeo. Sobra decir que dado a mi harta conocida distracción no fue hasta por ahí de la 1 de la tarde cuando logre ver lo que causaba el ruido.
Una tripa alada como de unos 10 cm de largo y 8 cm de envergadura se azotaba contra el mosquitero una y otra vez durante 30 segundos aproximadamente para, acto seguido, descansar entre 10 y 15 minutos; parada exactamente en el mismo lugar. La operación se repetía una y otra vez siempre en la misma ventana y en el mismo lugar.
Recuerdo que hace unos días apenas cuando "todo estaba bien" alguien querido te llamaba libélula, a la fecha creo que el apodo te causa cierta alegria, aunque esa alegria se ha ido desvaneciendo como esas intermitencias del insecto sobre mi ventana.
La primera impresión fue de nostalgia al ver al bicho y pensar en tono de broma que la libelula estaba en mi oficina como hace unos cuantos ayeres. De repente se convertia en coraje al pensar que no se iba aun cuando estaba la puerta abierta y despues se convertia en fastidio, seguido de un sentimiento de protección y empatia con el pobre bicho sabiendo que no encontraba el camino a casa.
Son las 10 de la noche y la libélula sigue aqui, ya abrí mosquiteros, ventanas, la lluvia me obligo a cerrarlas y el insecto, de hábitos diurnos se límito a pasar la noche como se lo indica su instinto, quietesito, con la cola apuntando a la ventana, esperando que despunte la primera luz del día para comenzar su fallido intento de salir volando a travez del mosquitero.
Se que no puedo dejarla ahi, está de más decir que ni siquiera pienso en aplastarla. Se que terminare por atraparla y sacarla por la puerta y se que no volvera más. De cualquier forma el bicho me hizo el día o por lo menos provoco que mi mente no pensara en lo mismo de las últimas semanas. Metáfora o no, ya extraño al bicho... perdón... a la libélula... mejor dicho, al bicho-libélula que tuvo a bien estacionarse en mi ventana. A la otra libélula... creo que no hace falta aclararlo.
Paz.
1 comentario:
¿En qué quedamos? ¡Enfocar! ¡Enfocar! Jajajaj
Me gusta, me gusta.
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