23 julio, 2008

La estrella de Chong


Para que vean que todos tenemos un lado flaco...

¿Por qué la noche es tan corta y te lleva con la luz? Cada amanecer hacía la misma pregunta hacia el cielo, en el preciso momento en que su amor se fundía con el sol, ¿Por qué el sol lo alejaba de su felicidad cada mañana?, ¿por qué el sol le recordaba la tristeza de no verla?, ¿por qué tenia que sufrir todo ese tiempo añorando la noche? ¿por qué ella no podía venir a el durante las horas de luz?

El día transcurría entre recuerdos, dolores de pecho, comidas esporádicas de ramas de bambú y peleando con el sueño ya que no dormía durante la noche por contemplar a su amada sintiendo esa ansia en las entrañas cuando pensaba que pronto llegaría el día una vez mas.

Chong era su nombre, vivía en un bosque común con amigos comunes, era un oso panda adolescente, como cualquier otro, con apetito y salud, jugaba y comía, trepaba y disfrutaba la compañía de sus iguales como cualquier otro panda en el bosque, era muy querido, todos admiraban su habilidad para pelar bambú desde tan joven, todo era normal, todo era felicidad, todo era gusto y alegría. Las estaciones pasaron y sus amigos crecieron, todos buscaban pareja y competían por el amor de una panda que los quisiera y los cuidara, que juntos pudieran criar a un hijo o dos y pudiera seguir en el bosque con todos los pandas conocidos desde la infancia.

Pronto todos comenzaron a hablar, comenzaron los rumores, comenzaron los chismes y comenzaron las distancias, todos decían que estaba enfermo, no comía, no jugaba, ya no convivía, ya no pelaba bambú como antes, pasaba los días viendo el suelo y las noches viendo el cielo, pasaba los días con la mirada oscura y las noches sonriendo a la luna.

Pero lo que nadie sabia es que no sonreía a la luna, sonreía a una estrella, para el, la mas hermosa y la mas brillante, la mas alta, la que el veia todas las noches llamándole con su tintineo como si le guiñara el ojo y le hablara en esas claves que solo las almas gemelas entienden.

Su cabeza no entendía porque tenia que irse siempre con la llegada del sol, porque se iba con la luna, porque lo dejaba si le hablaba tanto cada noche, porque se quedaba esperando siempre sin saber como remediar esa pérdida tan onda que sentía cada día, tenia que saber, tenia que buscar una respuesta, tenia que buscar la forma de no morir cada amanecer cuando ella se iba.

Por eso pregunto a un anciano de la manada, como hacia para vivir una noche mas larga, que magia podía hacerlo quedarse siempre cerca de su amada sin perderla un momento y sin sentir esa agonía eterna en el corazón. El anciano le dijo que era imposible, la noche tiene que acabar y el día tiene que llegar, y aunque quería entender al joven Chong sabia que los demás hablaban y decían que estaba un poco loco, así que lo dejo con ese no rotundo sin ahondar mas en las dudas del joven que pedía ayuda. Tal vez penso que debia descubrirlo por si mismo.

Pasaban días, semanas y meses sin encontrar respuestas, incluso preguntaba a la luna y al sol con la misma respuesta una y otra vez, le pedía al sol que no volviera y a la luna que no se fuera, pero siempre era lo mismo, lo mismo repitiéndose las mismas anisas, las mismas alegrías y las mismas agonías una y otra vez.

Un día cansado de tanta tristeza decidió perseguir la noche, huyendo del sol, caminando hacia ese lugar entre el alba y el atardecer simpre siguiendo su estrella, solo caminando, lejos de las preguntas sin respuesta, lejos de la luz, lejos de todos aquellos que hablaban, lejos de la tristeza y de todo aquello que le alejaba de su amada. Era curioso, conforme caminaba sentía que se acercaba mas, la noche era mas larga, el día mas corto, aunque el frío menguaba sus fuerzas la idea de que la siguiente noche seria mas larga aun lo animaba a seguir en su búsqueda del lugar donde la noche fuera eterna.

Durante una de sus caminatas diurnas vio a lo lejos una figura conocida, mas grande que lo antes visto, sin las manchas negras que hace tanto tiempo no veía y que en ese momento extraño un poco. De lejos pregunto quien era sin respuesta, se acerco un poco mas y repitió la pregunta con el mismo resultado, finalmente viendo que no obtendría la atención de ese gran oso blanco solo le pregunto donde podría encontrar el lugar donde vivía la noche. El gran oso se levanto en dos patas rugió con una sonrisa y señalo hacia la dirección mas allá de los montes blancos atrás del horizonte, regreso lentamente a su postura de cuatro patas y olvido al oso manchado y redondo.

Chong reanudo su camino y escucho un sonido llamándolo, volteo a ver al gran oso y en ese momento escucho que le decía – nada es eterno y nada es solo luz y sombra, a veces es mejor esperar que tenerlo todo de una vez por que nada es para siempre- después quedo en silencio y nada mas. Chong espero una explicación de lo que acababa de oír, pero nunca llego, así que solo reanudo su camino recordando las palabras mas no pensando en el significado.

Los días eran mas cortos, y las noches mas largas, caminaba, dormía, comía con la luz y en las sombras se sentaba a ver a su estrella, hablaba y se hipnotizaba tantas horas viéndola, cada vez mas tiempo, cada vez mas contemplación y mas amor, sentía como le correspondía su estrella por el esfuerzo que hacia al perseguir la noche, sentía que brillaba mas y que tintineaba con mas fuerza cada noche, correspondiéndole a su platica y a su eterna mirada enamorado mas que nunca, siguiendo su búsqueda cada vez con mas voluntad.

Llego el tiempo, llego la gran felicidad, llego la noche que no acababa, llego el momento de estar siempre con su estrella, apenas se distraía para comer, apenas podía dormir sabiendo que su estrella lo observaba, caía mas por cansancio que por ganas de dormir, pasaron meses y su estrella apenas se movía por el cielo estrellado, apenas se le iba de la vista con esas odiosas nubes y esa tormenta de luz que llamaban aurora y que lo hacia perderse el brillo tan hermoso de su estrella, sentía que podía vivir para siempre así, ahí, a pesar del frío y de la falta de su delicioso bambú que hace tanto no comía y sustituía con lo que la poca luz le revelaba en el camino. Era una plenitud tan intensa que lloraba al sentir sus rezos escuchados y sus deseos satisfechos de manera tan generosa pensando que no acabaría nunca.

Pero, la felicidad eterna tiene un fin, la luz interrumpió su sueño y el sentimiento de perder a su estrella después de tenerla tanto tiempo lo hizo sentir otra vez eso que hacia tanto no lo atacaba. Chong preguntaba al sol porque lo apartaba de su noche y a su estrella en su pensamientos porque se iba una vez mas de su lado, la respuesta era cada vez mas clara solo luz y día, aumentando su tristeza y su añoranza, sufriendo la luz y llorando la noche por su ausencia. Y la noche no llego mas. Después de 6 meses de verla a todas horas, los días se extendían sin esperanzas de acabar.

Se hallo sentado viendo al suelo, no comía, no dormía, pensaba en su estrella, pensaba en su bosque, pensaba en los días y en las noches, pensaba en que la tristeza siempre se acababa cuando los días y las noches eran iguales, cuando sabia que el día ya estaba por terminar, cuando la noche llegaba a su fin y tenia la certeza de que volvería. Ahora nunca volvería, extañó su hogar, su bambú, extrañaba su estrella, extrañaba sus noches e incluso extrañaba los días, recordó las palabras del gran oso blanco, maldijo al gran oso blanco, por no explicarse, por dejarlo ir tan lejos, por no decirle que su estrella se iría y no volvería jamás, por no decirle que perdería lo mas preciado en su vida; todo por no escuchar los consejos de un desconocido.

Espero mucho tiempo sin que llegara la noche, nunca llegaría, se levanto viendo al suelo y camino, hacia ninguna parte, solo luz, mucha luz, y tristeza.

Escucho un ruido familiar no quiso voltear porque sabia que no le gustaría ver esa figura otra vez, lo odiaba y no quería verlo, pero aun así escucho – que extraña fascinación por la noche, espero que hayas encontrado lo que buscabas aunque casi siempre lo que buscamos esta mas cerca de lo que creemos, eso pienso yo, espero que tu viaje no haya sido en vano- volteo a verlo y una vez mas estaba en esa actitud taciturna sin expresión y con esa seguridad que solo la ignorancia da cuando no sabemos mas de lo que tenemos enfrente.

En fin, no podía distraer su pensamiento con las tonterías del gran oso, eso eran, tonterías, nadie comprendía su necesidad, nadie sabia su sentir, nadie podía ayudarlo, estaba solo, mas solo que antes, porque su estrella ya no estaba con el y sentía que la vida se le consumía a cada paso, a cada minuto de luz, a cada momento sin ella. Solo el impulso lo mantenía en movimiento y esa molesta luz que lo seguía a todos lados.

No sabia cuanto tiempo había pasado desde su partida, no importaba ya, la eternidad era eso que estaba viviendo, el no saber porque su estrella se fue, porque nunca regreso, porque no quería verlo, porque no sufría como el, porque no tenia una señal de su amada, porque estaba tan solo.

Chong se detuvo, ya no podía caminar mas, no había comido en días, no había dormido y no tenia ningún caso seguir adelante, simplemente para que, hacia donde, no quería llegar a ningún lugar, no había a donde ir, solo se abandono en un gran trozo de hielo y se hundió en un sueño del que no quería despertar. Pidió antes de dormir que le devolvieran su noche y con ella su felicidad, quería volver a ver a su estrella aunque fuera unas pocas horas como antes, quería volver a ver su bosque, volver a ver a sus amigos y recordar el sabor del bambú que tan diestramente pelaba con sus garras, quería no escuchar las palabras del oso blanco que tantas vueltas le daban en la cabeza sin saber que pensar de ellas. quería volver a ver a su estrella una vez mas.

Chong fue arrastrado sobre ese gran trozo de hielo hacia el sur, arrojándolo por un río tierra adentro hacia un bosque mas cálido, navegó sin darse cuenta hasta que la sacudida de la corriente lo regreso de su sueño. Sintió la calidez de los rayos del sol contra su pelo, estaba flaco y sucio, no importaba, seguía siendo de día. Bajo de su navío que se derretía con el sol y se postro en tierra para seguir durmiendo.

Desperto al cabo de quien sabe cuanto sintiendo el viento frío una vez mas, intento abrir los ojos pero solo le respondió la oscuridad, no podía abrirlos, acaso ya no vería la luz otra vez, tal vez había muerto y se acabaría su sufrimiento, pero aun sentía el viento, escuchaba los árboles silbar, tal vez solo estaba muy débil y los parpados no le respondían, o tal vez solo tal vez… giro la cabeza y vio pequeñas luces, hizo un esfuerzo y esas lucecitas se enfocaron mas, era una visión que no podía olvidar, ¡era de noche! No era posible, ¿que había pasado con el día eterno? tal vez su estrella lo había perdonado, tal vez nunca dejo de quererlo, tal vez solo fue un malentendido y el fue en la dirección equivocada.

Se levanto de un salto, se sintió mareado pero no dejo de buscar en el cielo a su amada estrella, quien lo esperaba con su tintinear constante y su hermoso brillo diciéndole que ahí estaba para el y que nunca se había ido. Fue entonces cuando Chong comprendió, su búsqueda no fue en vano, entendió que siempre lo tuvo todo, que podía ser feliz con su amada, que podía estar cerca de ella sin perseguirla porque siempre había estado con el, que la obsesión por tenerla siempre lo llevo a perderla y que el gran oso blanco dentro de su simpleza tenia razón al decir que la desesperación por tenerlo todo le causo una desilusión grande al perderla de nuevo, tal vez solo necesitaba paciencia y siempre estaría ahí para el y el para ella.

Así fue como el panda Chong emprendió el camino de vuelta a casa, dormía en las mañanas, comía al medio día y caminaba en las tardes para esperar la puesta de sol y contemplar a su amada. Así paso meses de regreso hasta llegar al hogar, donde todos lo recibieron con gran felicidad al verlo de vuelta, solo los mas allegados se atrevieron a preguntar en donde había estado y la respuesta siempre fue –estaba buscando algo que había perdido- ¿y lo encontraste?- Silencio... Nunca fue suficiente la explicación pero Chong nunca decía mas y siempre tenia una sonrisa en los labios, así que, no había mas que decir.

Al pasar los años todo seguía igual, los osos jugaban y los mayores platicaban, pasaban las estaciones y nuevas camadas llegaban al bosque, competían para ver quien era el mejor pelando bambú y chong nunca fue vencido, era feliz, a diferencia de antes de su viaje siempre sonreía , la única rareza que siempre se comento pero que ya no se hacia extraña era que chong despertaba muy tarde todos los días y que a la puesta de sol sin fallar un solo día subía al monte mas alto del bosque para contemplar sin desviar la mirada la estrella mas brillante de la noche. Su estrella, la estrella de Chong.

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