23 octubre, 2007

Capitulo 2

-¡Córrele¡ pinche Nazario, ¡por tu culpa siempre nos agarra la chota¡,- se oía al fondo del corredor entre pisadas desordenadas y ecos estridentes. Podían verse 4 siluetas de jovenes flacos y desaliñados, aproximadamente de 8 años, cubiertos de hollín y con el pelo cortado “jicarastyle”, seguramente para evitar los piojos. Detrás de ellos (muy detrás) aparecía otra siluetita -mas bien debilucha- de la altura de un chavito de 6 años y con la complexión de uno de 4. –Espérense- decía Nazario, según el con la voz fuerte para que lo oyeran, pero sin aliento por la carrera, además de su problema respiratorio que venía arrastrando desde muy pequeño.

Nazario vivió con su madre hasta los 3, porque en ese momento decidió que tenia que seguir a su hombre (alguno de tantos) y abandono a las 5 en la coladera central de la Av. Patriotismo, entre un paso a desnivel y un puente peatonal, justo en medio de talleres callejeros de hojalatería y pintura, alla por el rumbo de Ceylan y la raza. Varias veces fueron encontrados por las autoridades del DIF y llevados a un albergue donde se dejaron cuidar por exactamente "algunos" días, para después (dirigidos por su hermano el mayor), escapar y regresar a la misma coladera, repitiendo esta escena aproximadamente cada dos meses.

Esto se repitió hasta los 7 años, cuando sus dos hermanos mayores fueron llevados por el Borlas a trabajar a otra colonia. Nunca los volvió a ver.

Quedaban su hermanita y su hermano, ella dos años mayor y el sólo un año. Esos tres que como sea conseguían comida en la calle, algunos pesos diarios y según decía su “hermanodesaparecidomayor” un chemito pa´l friyito, comprado diligentemente en la tlapalería de la otra esquina. De ellos si recordaba sus nombres, ella se llamaba Adela y su "carnalito" Rubén el cual por cierto lo cuidaba con apremio enseñándole como moverse, de quien cuidarse, como sortear los autos en la calle, como remarcar su cara de enfermo y otras muchas cosas indispensables para regresar sano y salvo cada tarde a la coladera.

En esos días Nazario paso unos meses en la oficina de asistencia donde medio-aprendió a medio-leer y eso si, a hacer cuentas: sumas, restas y ya… Nunca fue vacunado de nada, nunca paso por la lente observadora de doctores o enfermeros, nunca tomo una medicina y mucho menos recibió una inyección, a pesar de su permanentemente precario estado de salud. Su "carnalito" le contaba que siempre había que estarlo cuidando, porque tosía, moqueaba, le daba chorrillo, le salían ronchas, hasta decían que era alérgico al aire, porque siempre estaba enfermo; Lo bueno era que se recuperaba solito y eso si, nunca se quejaba. El recordaba los dolores y las altas temperaturas, el frió y las molestias, pero a final de cuentas lo importante era comer ¿no? -Si no salgo, pos no como- así que se aguantaba y rolaba en las calles como los grandes. Incluso sus cuates de la calle preguntaban -¿y ora de que esta enfermo el Nazo?- para abreviar presentaciones.

Adela desapareció en esos años, así nada mas de pronto no regreso; ellos soñaban con que había encontrado a su mamá y como era niña pos tal vez a ella si la quería, o la tenia para ayudarle a hacer el quehacer de su casa en la que vivía con su güey , incluso algunas noches soñaban que tal vez estaba con sus hermanos chambeando con el gordo Borlas y le iría mejor que con ellos, tal vez por eso no regreso. Era como la ley tácita, entendida por todos e impuesta por nadie. Nunca la esperaron y la extrañaban cada uno en silencio y a su manera..

Nazario y Rubén cecieron juntos hasta que Nazo cumplió los 17, a veces agarraban al "carnalito" y a veces al Nazo, los llevaban a albergues, los rapaban y los bañaban, les echaban talco anti-pulgas, dormían, comían una o dos noches y cuando podían se escapaban para encontrarse en la misma coladera una y otra vez, donde sabían que siempre regresaría el otro. Aprendieron a hacer talachas con los del taller, pedían limosna, iban a los módulos a ver jugar a otros chavos y rolaban por la calle a ver que conseguían, siempre con la mira puesta en sobrevivir, comer y de vez en cuando volarse o pedir algo para vestir, pocas veces podían comprar ropa o zapatos de segundo o tercer uso, así que pues tomaban de donde se pudiera, regalado o de uña, con la eterna excusa -también pa´l frió-.

Fueron años duros, Rubén fue la más dolorosa de las pérdidas, lo agarro un padrote con su séquito que dizque controlaban las equinas del centro. Lo vio chambeando, limpiando parabrisas y después de corretearlo media ciudad lo acorralaron en una construcción, donde dicen que le cayo una pared encima, "quesque" por accidente. Nazario supo que lo buscaban a el, -de bruto salgo de aqui- se repetia día a día confinado semanas en la coladera, aguantando el frió y extrañamente creciendo de una manera diferente, ya que después de haber sido de talla ínfima ahora se estaba transformando en un joven alto y mas bien robusto, poco común entre los compas.

Fue en esa época cuando Nazario por primera vez se sintió solo, busco chambas sin éxito, le metió durísimo al chemo hasta sangrarle la nariz, robaba mas seguido y casi no comía, lo extraño es que seguía con las mejillas rojas y las manos recias, hasta le decían sus chompas que si le hacia a otra cosa y que pasara la receta, incluso muchos le decían que no era parte de ellos y que si seguia viendose así nadie le iba a tener lastima para cooperarle en la franela.

Siempre pensó que el destino le llegaría pronto, no creía posible ser el último sobreviviente de la coladera. Tenia razón, el destino llego pronto, se revela de las formas mas inesperadas, lo sabia, lo había visto infinidad de veces, nadie salía, nadie sobrevivía y era su turno de encontrarse con el suyo. Pronto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No me dejes en esta incertidumbre ..... que le va a pasar al Nazo ......??????? El destino lo alcanzo y tiene oportunidad de ser diferente???? Ya escribe, apúrale ..... Espero ..... Espero .... Espero

Liliana dijo...

Ojalá seas la Vero que esperamos con ansias (nueva reunión).
Ah, hola, bro!

Jazz_Cacheux dijo...

Tá bueno.... "José Agustín" comienza a caminar por acá, y se lee una prisa, que no tiene mucho de sosiego... ahí va, ahí va...