
Típico... parece que fue ayer cuando tuve que correr a mi examen final de la materia de cine mientras Mónica se debatia con las contracciones finales en el hospital Angeles en la sala de labor. El Doc Alegre (asi se apellida), de esos que se convierten en un básico en las historia familiar y el mismo que recibio a Mariana casi exactamente 8 años después de este invierno del 93; y digo casi por el pequeño detalle de 8 días. Recuerdo al doc sentado junto a la parturienta con una revista elle en las manos, una pila mas al lado, contando chistes y tomando café, volteando a veces hacia el monitor de contracciones¿? y esperando los 10 cm de dilatación.
Llegamos a las 3 am despues de un pausado baño y un viaje lento en auto, la recibieron, se cambio y empezo la labor. Yo estuve al lado siempre, es de esos momentos en donde el hombre es realmente inutil...de los pocos...ja. Recuerdo que al filo de las 9:30 salí corriendo hacia la universidad a presentarme ante la maestra mas perra de toda la carrera, llegue, explique la situación y me regaño. ¿Que haces aqui? corre de regreso y mucha suerte, despues nos arreglamos. Vole de regreso.
Llegue justo para alcanzar la camilla rumbo a la sala de expulsión, extendí la mano como saludando-despidiendome, tomé mi cámara y fui encaminado por el Doc al vestidor de doctores, me proporcionaron bata, gorro, tapabocas y me pusieron frente a un estante con pantuflas de fieltro de esas que se ponen sobre los zapatos... ¿no saben? pues yo tampoco sabia ya que tome las primeras a la mano que por supuesto no eran de mi talla (si, hay tallas). Caminé por el inmaculado pasillo con la ropa del día anterior, lentes, jeans, botas industriales, disfraz de doctor y mojando el lente de mi cámara con el sudor que salía de mis manos.
En fin, lo demás se explica gráficamente. Pero, todo es tan presente, tan actual, que parece mentira que el fantasma que ronda por la casa en calcetines con 1.63 de estatura, robandose el teléfono y repartiendo abrazos cada 15 min sea la masa sanguinolenta que hace 15 años fué capturada por el lente de mi cámara Minolta reflex 35mm (obvio no digital).
Paz.
1 comentario:
¡Qué hermoso, Deivid, en verdad! No 'usté', oiga: su vivir. Envidiable.
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