Nacido en un espasmo, con un último soplo de vida fue expulsado entre trapos deshilachados, gritos de dolor, sorpresa, manos sudorosas y grasientas. Fue recibido entre litros de sangre y olores inconfundibles, limpiado y separado del cuerpo de su madre con la maestría y el desenfado que sólo una comadrona puede ganar al paso de los años; haciendo la misma faena día a día, sin alegrías, sin abrazos, sin esperanzas, tan sólo con resignación y aceptando que esas manitas masculinas podrían servir para las jornadas diarias en las calles de la ciudad más grande del mundo.
Nazario nació un 28 de julio de xxxx, un día como cualquier otro, a veces nublado, a veces con sol, sin mas esperanzas y pretensiones que sobrevivir el día al igual que su madre, al igual que sus 4 hermanos, al igual que su padre y los padres de sus hermanos que sepa Dios quienes serían, donde estarían y mucho menos que será de ellos. En la calle no hay componendas ni sueños, la vida se vive al día y así tienen que ser para sobrevivir. Nació como tantos otros niños, en las condiciones mas precarias, sin ninguna medida mínimamente higiénica y al igual que sus hermanos sin el menor atisbo de atención, emoción o deseo. Era como una lección bien aprendida, tírate al piso, abre las piernas y puja muy fuerte hasta que el dolor se vaya, siempre era igual.
Fue lanzado al mundo de la misma forma que fue concebido, por error, como un mismo error en el preciso momento que su madre comenzó a sentir dolores pasaba por una vecindad semidestruida donde una mujer advirtió su estado, a jalones la lanzo dentro de uno de los rincones de la vecindad y corrió calle arriba por su comadre partera para que dirigiera la labor.
Salio con prisa y fue recibido por las manos inmensas de la descomunal mujer, la cual, acabada su labor, le entrego el engendrito a su madre quien a su vez lo recibió con indiferencia y mecánicamente busco dentro del escote de su blusa un billete de 20 pesos que extendió a la mujerzota, Esta agito la mano rechazando el dinero –pinches indias, para que los traen al mundo si no los quieren- dijo entre dientes incorporándose y salio del rincón vecinal para no volver. La mujer samaritana aun con cara de sorpresa trataba de buscar alguna emoción, la que fuera, en la cara de la recién parida, nada, solo miraba al techo sin expresión, sin pensar en nada y sin tener ningún sentimiento.
La mujer samaritana salio del cuartucho y regreso casi de inmediato, llevaba en las manos una Biblia y un calendario de esos que dan en la carnicería con hojas desprendibles. Se hinco junto al niño, y en susurros dijo que el nombre que le tocaba (según el calendario de don chucho el carnicero) era: Nazario. El santoral católico no podía estar equivocado y mucho menos respaldado por el gordo de los bisteces.
Una hora después las dos mujeres tomaron rumbos diferentes, de la samaritana no se supo nada, la madre con el niño se perdieron entre las calles, aunque, de antemano estaban perdidos. Nadie en ese momento pensó que años después el niño, al pasar por una recaudería podría leer con dificultad en otro calendario: Nazario.- Hebreo. Derivado del hebreo “Nazar” significa "Aquel consagrado a un fin”. Leyó sin entender, pero nunca lo olvido y ese recuerdo lo reviviría al pasar del tiempo como si nunca se hubiera ido.
2 comentarios:
Pos... Mis respetos.
Hasta ahora Süskind se parafrasea en lenguaje urbano... veamos qué pasa con Nazario que no es Grenouille
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