
Profundidad, matices, gravedad en cada nota, en cada melodía, en la certera armonía de cada movimiento, la contrastante agudeza de una evocación; no una imagen ni un recuerdo, vividez absoluta, vivencia, vitalidad pausada, a su tiempo, a su ritmo, a tu ritmo. Ingravidez, con el inevitable vaivén de la mano como atrapando notas, como navegando en sonidos, sonidos que palpamos, acariciamos por momentos y dejamos escapar para alojar los nuevos, igual de intensos y suaves, sutiles y tan determinantes como una lágrima, como un escalofrío, como ese nudo que tienes en la garganta, que te aprieta el pecho y te place tanto que esperas dejar de respirar en definitivo, pero, solo son intermitencias, con la sensación repetida, pausada y desenfrenada.
Evocaciones, en una escala simple, divina, clara, sin pretensiones, con paisajes tridimensionales, en profundidad, en tres planos flotantes, cambiantes, intensas, muy intensas, con un disfrute pleno por la melancolía. Esa que se va y vuelve como el viento, con el viento.
El titulo lo dice:
Serenade for winds, Wolfgang Amadeus Mozart.
2 comentarios:
E-vocación... la vocación de ensoñar... en-soñar... el trigal y sus fantamas, sin asmas, llenos de fantasía... de que dice, pero no dice y está.
Mua! Te extrañé, no sabes cuánto.
Nunca pensé llorar 'por' Mozart...
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